La creación de una novela contiene multitud de facetas a tener en cuenta. Para un autor novel cada uno de ellas puede suponer un reto debido a la inexperiencia, especialmente cuando nos referimos a las que escapan a la pura parcela literaria. Quizás la más complicada de abordar sea la documentación. En el siguiente artículo hablaré un poco sobre esta tarea tan ardua pero a la vez tan gratificante.
La documentación es un proceso al que en ocasiones no se le presta la debida atención, y que en cambio es fundamental incluso en géneros como la ciencia ficción, la novela negra o la fantasía. Por mucho que la obra esté ambientada en un mundo imaginario, inventado por nosotros, el escritor debe entender que toda historia necesita un realismo de base que no convierta la ficción en despropósito. Un ejemplo sería el de un thriller policíaco que relata las andanzas de un agente de la ley; si queremos situaciones creíbles (la esencia de toda historia) necesitaremos que su comportamiento y el modo en que hace las cosas se correspondan con los métodos reales de un policía. De otro modo, tendríamos una incongruencia más propio de las superproducciones cinematográficas de Hollywood y que sin duda desagradaría al lector. O ese guerrero de novela fantástica, que lucha contra los enemigos con piruetas imposibles. Imaginad lo que ganaría si se le dotara de técnicas marciales basadas en el mundo real, mucho más creíbles (aunque luego se tomen ciertas licencias para aumentar la épica).
Pero es en la novela histórica donde la documentación cobra una dimensión vital, ya que este género nos liga con nuestro propio pasado. Una Historia a la que debemos respetar, ser fieles en lo fundamental y además producir un efecto de inmersión en el lector.
Partiendo de la premisa de que un escritor no tiene por qué ser un erudito en ninguna materia, es necesario que llegue a conocer el lugar o la época que se pretende retratar. Lo cual comporta varios problemas. El primero es la posible ignorancia inicial, la falta de unos conocimientos básicos sobre el tema a tratar. Si el autor es un estudioso a nivel académico de la época napoleónica obviamente no va a tener mayores inconvenientes en escribir una novela sobre tales acontecimientos. Pero no tiene por qué ser así. Cuando me planteé escribir «El espíritu del lince» yo solo sabía de la sociedad íbera lo que recordaba de mis días escolares (ya un tanto lejanos).
Si este es el caso, el autor no tiene más remedio que arremangarse e iniciar un laborioso trabajo de estudio del momento histórico que ha decidido narrar, bien sea la trama ficticia o ambientada en un hecho probado: sus sociedades, sus costumbres, sus creencias, su sistema político… No os engañaré: se trata de un proceso largo, lento y que obligatoriamente debe enfrentarse con calma. Este es el motivo por el que la novela histórica, en general, sea el tipo de literatura que más tiempo precisa en su creación. Salvo que el autor sea además un historiador especializado en dicha época, es común que la elaboración de una novela histórica sobrepase el año de trabajo, si sumamos la documentación y la escritura propiamente dicha.
En la siguiente parte de este artículo trataré de desgranar los pasos básicos que se suelen seguir durante la documentación de una novela histórica.
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