En este artículo sobre el ebook no podía faltar una de las razones que más fuerza le da a este nuevo formato. Gracias al libro digital, en conjunción con Internet, hemos llegado a un punto donde los límites han quedado reducidos a polvo.
Disponibilidad ilimitada en tiempo y espacio
Como archivo digital que es, el ebook no tiene limitaciones de espacio y tiempo. Puede ser producido en España, por una editorial o autor nacional, y ser adquirido por un lector en Estados Unidos a través de Internet, bien comprándolo directamente en la web de la editorial o en plataformas de venta como Amazon, Itunes o Google Play. Sin gastos de envío de ningún tipo. Esto, a mi juicio, es la mayor ventaja del formato ebook, pues derriba todas las barreras y puede introducir un libro en mercados antes casi inaccesibles. En el caso de España, se puede llegar a los millones de lectores hispanoparlantes que residen en América Latina y Estados Unidos. El mundo en la palma de nuestras manos. Se acabó el tener que negociar con editoriales extranjeras para dar el salto a mercados extranjeros. Incluso se puede realizar una traducción a otros idiomas y ofrecer la obra en países todavía más cerrados lingüísticamente hablando. El único problema surge ante la certeza de que nuestro ebook tendrá que competir con otros cuyos creadores han pensado lo mismo. En semejante maremagnum de títulos, un libro en concreto puede quedar sepultado y acabar siendo invisible.
Se acabaron también las limitaciones de tiempo. La vida útil de un libro ya no volverá a depender de una tirada inicial que no se venda (o sí). Al no existir en el plano físico, el ebook puede tener una vigencia en el mercado ilimitada en la práctica. No se agotará jamás, y sus ventas dependerán únicamente de la visibilidad que autor y editor logren darle, así como de la acogida que le brinden los lectores. Los creadores podrán hacer cuantas pruebas deseen sin tener que pensar en plazos, pues la obra podrá explotar en cualquier momento.
Comodidad de lectura
Seguro que alguna vez hemos tenido en nuestras manos uno de esos libros de bolsillo de letra minúscula y apretada, con márgenes escasos y que nos exigía forzar la vista para leer. O una novela en tapa dura con más de mil páginas y que por su peso y tamaño resultaba molesta de manejar. Gracias al ebook, todos estos inconvenientes se han acabado. El reproductor de libros digitales te permite ajustar el tamaño de la letra o el espaciado, a gusto del consumidor, y es muy cómodo de manejar.
Además te permite funciones impensables con un ejemplar físico. Yo soy de los que lleno los libros con marcapáginas caseros (simples trocitos de papel) para luego poder encontrar esa frase o párrafo que me ha llamado la atención por cualquier motivo. Pero los ebooks son capaces de facilitar esta tarea gracias a la búsqueda de palabras clave o a las anotaciones que algunos reproductores permiten hacer. También resulta muy útil la incorporación de diccionarios con los que consultar cualquier duda sin necesidad de tener uno físico a mano. Incluso existe la capacidad de hacer uso de los hiperenlaces que algunos ebooks incorporan, que dan acceso vía Internet a información adicional y contenido extra que convierte la lectura en una experiencia original y potencialmente más valiosa. Como añadido, muchos dispositivos de lectura son capaces de reproducir música, función que puede resultar muy amena para algunos usuarios (aunque personalmente prefiera disfrutar en silencio de un libro).
Ahora bien, todas estas nuevas funcionalidades también pueden suponer una molestia en sí mismas, o desvirtuar la lectura. No dejan de ser distracciones en algunos casos, y además nos apartan de la experiencia primigenia que era, y todavía es en los libros en papel, tomar un libro entre las manos, pasar las páginas, disfrutar del olor a papel… Rituales que muchos todavía valoramos en gran medida.
La guerra de formatos
Esta es una de las grandes preocupaciones del formato ebook, a mi modo de ver. Hemos pasado de un sistema de lectura donde no había necesidad de software o hardware, el libro en papel, a uno que se ve afectado por todos los condicionantes propios del mundo digital. El lector «chapado a la antigua» se enfrentará ahora con varias posibilidades que pueden resultar abrumadoras: epub, mobi, pdf… Cada plataforma de venta utiliza un formato, y cada reproductor puede leer algunos pero no otros. Por ejemplo, los dispositivos de Amazon utilizan archivos azw y mobi; los Sony, los lrf (aunque actualmente ya aceptan el estándar epub). Se hace necesaria la utilización de programas informáticos de conversión, o la búsqueda del libro deseado en aquella tienda online que lo ofrezca en el formato adecuado para cada dispositivo. Obviamente, para los que ya están habituados a moverse en estos campos, todo esto ha quedado ya incorporado en sus costumbres, pero para aquel que empieza puede suponer un muro que lo disuada.
Ahora bien, parece que los formatos están asentándose. Los tres mencionados en primer lugar son los más populares, y ya es fácil encontrar obras con estos sistemas. Por lo que, si el lector tiene un poco de paciencia, no le resultará complicado moverse con soltura por este nuevo mundo.
En la próxima parte, cerraré el artículo con las últimas consideraciones sobre el libro digital, así como una reflexión final.
Fuentes:
http://elpais.com/diario/2009/10/15/ciberpais/1255573469_850215.html
http://www.pcactual.com/articulo/laboratorio/especiales/10929/diez_formatos_libros_electronicos_mejor_peor.html
JAVIER PELLICER 