Nos gusta escribir. Nos encanta crear historias, llegar al lector, hacer que sientan lo que nosotros sentimos al leer a nuestros referentes literarios. Pero las obras que ofrecemos al mundo no solo tienen que ser argumentalmente interesantes. También debe cuidarse la forma del texto, esto es, realizar una correcta redacción que conjugue claridad y orden para que el lector pueda disfrutar de nuestro relato. De nada sirve tener la trama más apasionante del mundo si resulta imposible de leer. Y para lograrlo, contamos con las reglas que nos da el estilo literario.
Pero, ¿qué es exactamente el estilo literario? El estilo es la forma que adopta el lenguaje escrito en un texto, o sea, el modo en que construimos una frase y la enlazamos con otras para crear un todo. Y aunque cada autor puede tener el suyo propio, es imprescindible que en líneas generales se sigan unas pautas para que el texto sea comprensible por el lector común. No basta con plasmar nuestras ideas tal cual las pensamos. Para nosotros, que las hemos razonado en nuestra cabeza, estará claro lo que queremos comunicar, pero no para alguien ajeno a nuestra mente.
Es necesario pues una unificación de criterios gracias a la cual podamos tener una redacción homogénea para el lector tipo al que está destinado la obra, y que facilite su lectura. Por ejemplo, debemos uniformar aspectos como de qué modo es preferible organizar las oraciones o la mesura a la hora de usar cierto tipos de palabras.
Existen multitud de manuales de estilo, guías que recogen pautas estandarizadas y preferidas por los expertos, en pos de armonizar el lenguaje utilizado en distintos casos (en la imagen, mi preferido, «Saber escribir», Editorial Aguilar y avalado por el Instituto Cervantes). Yo me voy a centrar en el ámbito literario, extensible también parcialmente a otros como el periodístico.
Por lo general se considera que un estilo correcto es aquel que respeta tres bases:
·Adecuación: Nos adaptamos a los lectores mediante un texto normalizado, estable y adecuado al destinatario.
·Cohesión: Ordenación correcta de las ideas y uso variado de los elementos de la lengua (conjunciones, verbos, pronombres, etc…) para crear una unidad informativa comprensible.
·Coherencia: Decir lo esencial y siempre ajustado a lo que pretendemos transmitir.
La aplicación de estas normas indispensables busca dotar al texto de cualidades imprescindibles como la claridad, la variedad, la naturalidad, la precisión y por supuesto la corrección. Gracias a esto, conseguiremos otorgar unidad a la obra, lo que hará posible que el lector se centre en la lectura y no en dar sentido a frases mal construidas.
En próximos artículos de esta serie os acercaré una serie de consejos muy básicos pero imprescindibles para redactar atendiendo a estas exigencias.
JAVIER PELLICER 