3- La conexión entre la mitología y la Historia
Como concluía en el anterior artículo, la recreación literaria del relato de Partolón me exigía un cambio de perspectiva. Algo de lo que yo carecía cuando creé el primer cuento, ya que por aquel entonces todavía no había entrado en el mundo de la novela histórica. Pero todo eso cambió tras escribir y publicar «El espíritu del lince» y «Leones de Aníbal». En algún momento tras la creación de la novela sobre la epopeya del líder cartaginés, Partolón volvió a susurrarme. Y esta vez pude ver su relato con otros ojos, los de un novelista histórico.
Mitología e Historia, un binomio inseparable
¿Por qué elegir el lenguaje de la novela histórica para narrar un mito? Una vez más es Tolkien quien puede darnos respuestas: dice la cita con la que abro «Lerna. El legado del minotauro» que «la Historia se parece a menudo al mito debido a que ambos, en última instancia, están hechos de la misma materia». Y esa materia es el pasado. Tanto la mitología como el ayer histórico sirven para describir algo que existió, que ya no existe pero que aún así repercute en nuestro presente. La Historia lo hace usando el método científico, la mitología en cambio se sirve de las tradiciones subjetivas de los distintos pueblos, su folclore local. Pero ambas están conectadas y se necesitan mutuamente. De hecho, la mitología es un elemento clave en la antropología, pues a través de dichas creencias se puede llegar a entender las costumbres y culturas de los distintos pueblos que han pisado este planeta. Ofrecen además una valiosa información a los historiadores. ¿Acaso podríamos entender de igual modo la Antigua Grecia sin su panteón de dioses, las hazañas de los héroes míticos y el subtexto que subyace detrás?
El mito también ha ayudado a las diversas comunidades históricas a tener un punto de partida sobre el que construir una identidad como sociedad, sobre todo cuando la ciencia histórica no estaba todavía desarrollada plenamente. La mitología era historia para quienes nos precedieron, formaba parte de la realidad del mismo modo que para mucha gente de hoy en día lo es la religión cristiana y su pasado.
Sentí como algo natural y obvio servirme del género de novela histórica para narrar el mito de Partolón. Aunque, siendo muy escrupulosos, es cierto que le iría mejor una etiqueta como «novela mitológica». Pero esa es la potestad que ostenta el autor de ficción, la posibilidad de romper las reglas en aras de la creación de su obra. En mi caso me planteé la titánica tarea de crear un híbrido literario. Algo no completamente novedoso, es cierto, pero que en cualquier caso se ha explotado muy poco en la literatura en castellano (ahora mismo se me ocurre «Odiseo», de Javier Negrete). Sin embargo, aunque hay varias novelas basadas en la mitología (generalmente griega y nórdica), ¿cuántas hay que combinen leyendas tan distintas y alejadas en el tiempo y el espacio? En ese sentido puedo alardear de que «Lerna. El legado del minotauro» es única.
El cuándo
Decidida esta línea a seguir sólo quedaba buscar el momento histórico en el que ubicar la leyenda de Partolón. Decir «sólo» puede dar la sensación de que fue una tarea sencilla. Nada más lejos de la realidad. La lógica dictaba empezar buscando las referencias cronológicas que pudiera haber en las distintas versiones del relato de Partolón.
Y eso sí fue un auténtico dolor de cabeza.
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