Empiezo una nueva etapa en la web tras un parón veraniego que se ha alargado quizás un poco más de lo que tenía pensado en principio. Durante este tiempo de silencio he estado preparando nuevo contenido para la página, y planificando un cambio de rumbo en la temática. Mi intención es abrir las puertas a otras manifestaciones culturales más o menos ligadas con la literatura. Pero que nadie se asuste: el mundo del libro seguirá siendo el protagonista principal de la página.
Como muestra, un botón. Comenzaremos esta nueva etapa siguiendo la premisa de dar a conocer los entresijos literarios y editoriales. ¿Y qué mejor modo que con un diccionario? Esta será su primera entrada, donde os acercaré términos diversos que se utilizan en el gremio. Algunos os parecerán evidentes, otros no tanto, y habrá algunos de los que jamás habéis sabido. E incluso, para reforzar la validez como recurso de este diccionario, trataré de actualizarlo con nuevos términos cuando sea conveniente.
Empezamos, como no puede ser de otro modo, por la «A».
A
Actante: Participante en una narración, que puede ser una persona, un animal o incluso una cosa. Es el elemento que realiza una acción, sin importar su condición. Por ejemplo, el actante puede ser tanto el héroe que salva a su amada como un automóvil que atropella a un peatón.
Alegoría: Obra o figura literaria, relacionada íntimamente con la retórica, que generalmente utiliza un conjunto de metáforas conectadas para representar de manera embellecida una idea compleja y profunda. La fuerza de este procedimiento estilístico reside en la combinación de elementos abstractos con otros más reconocibles, que son los que ayudan a la comprensión del mensaje a transmitir. Por ejemplo, una novela que a través de un conflicto militar, en apariencia prosaico, ofrece mensajes filosóficos sobre la vida, la muerte, el amor u otros aspectos similares. Para que un texto sea considerado una alegoría es indispensable en todo caso que exista una conexión temática, así como un desarrollo lógico. Sirva como ejemplo un extracto del clásico poema de Jorge Manrique, “Coplas para la muerte de su padre”, una de las obras capitales de la literatura española:
“Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir,
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.”
Es fácil observar cómo las frases están indisolublemente relacionadas y siguen un curso temático. Forman un todo que transmite un mensaje común (en este caso, la representación metafórica de la vida de todo ser humano, y especialmente su igualdad ante la muerte). Del mismo modo, los elementos reconocibles (“ríos” y “mar”, así como los adjetivos cuantitativos) ayudan a visualizar el concepto, a darle forma a algo abstracto (la vida, la muerte, y su relación la condición social de cada hombre).
Esta poderosa herramienta ayuda a interiorizar conceptos que, explicados de modo básico, serían complicados de entender, o al menos no quedarían grabados en la conciencia del lector con suficiente fuerza. En cualquier caso, es un recurso complicado de utilizar, que requiere un gran dominio del ejercicio de creación literaria.
Apéndice: También llamado “anexo”, es un texto al final de un libro en el que el autor expone información adicional, normalmente relacionada con la escritura de la obra, que pueden ayudar al lector a interpretar ciertos aspectos complementarios. En obras de género fantástico o histórico, por ejemplo, es común incluir glosarios de personajes o parajes, algo muy útil cuando hablamos de escenarios imaginarios (o que ya no existen) o si la historia cuenta con muchos personajes de nombres poco comunes. También puede tratarse de una reseña biográfica del autor, especialmente si este ya ha fallecido.
Continúa en el próximo post