El trabajo de escritor es, habitualmente, solitario. Creamos partiendo de ideas en nuestra mente, de impulsos del corazón y de procesos en cualquier caso que nos atañen a nosotros mismos. Nadie más interviene durante la fase de creación, salvo en momentos puntuales en los que acudimos a compañeros de confianza para pedir consejo. Pero esto no siempre es así. En ocasiones, escribir una novela puede ser una tarea compartida. Aunque no suele ser lo más común, existen libros que han sido escritos “a cuatro manos”, como suele decirse en el argot literario. Una técnica que necesariamente implica una conexión muy estrecha entre los dos autores, y que comporta muchas curiosidades dignas de ser tratadas. Y para ello, he querido entrevistar a dos jóvenes escritoras: Iria G. Parente y Selene M. Pascual, firmantes de la novela juvenil fantástica Alianzas. Cuentos de la luna llena (Ed. Everest).
·Lo primero es lo primero: Enhorabuena por vuestro reciente Premio Templi a la Mejor Novela Nacional perteneciente a una saga, otorgada por la revista de literatura juvenil El Templo de las Mil Puertas.
·Iria: Lo primero es lo primero: gracias por hacernos esta entrevista para tu blog. Soy una gran seguidora de tus artículos y considero que haces un gran trabajo acercando las partes más ocultas del mundo editorial a todos los que sienten curiosidad por él, así que para mí, un honor estar aquí.
Respecto al Templi, ¡pues muchísimas gracias! La verdad es que en lo personal este premio me toca mucho. Como comenté en el discurso que di a la hora de recoger el premio, es especial, muy especial. Hablamos de un premio que llevo siguiendo durante años, asistiendo a la gala como lectora, como una persona de a pie que admiraba a los autores que recogían premios, soñando con llegar a donde ellos llegaban. Y de pronto lo hemos conseguido. De pronto se ha reconocido nuestra obra, de pronto traspasaba la barrera. Fue un sueño, la verdad. Aunque el mejor reconocimiento de todos sigue siendo el de los lectores que nos hacen llegar casi diariamente sus impresiones o sus mensajes de aliento: ese premio no tiene gala, no tiene discursos ni tiene galardón, pero es el más gratificante, es el que te demuestra si has hecho o no un buen trabajo.
·Se agradece el peloteo, pero entremos en materia. Tengo entendido que Alianzas no es la primera obra que compartís (ni la última, pero de eso hablaremos más adelante). Antes ya trabajasteis en Pétalos de papel. ¿De dónde surgió la idea de empezar a escribir juntas?
·Selene: No creo que en ningún momento nos pensásemos demasiado la idea de escribir juntas. Antes lo habíamos intentado, con alguna historia, pero nunca habíamos pasado de un par de capítulos cada una (o simplemente de un capítulo, como ocurrió una vez). Lo cierto es que yo tenía Pétalos de papel comenzada de un verano, y a Iria le gustaba mucho la historia. Me instó a seguir, pero me era imposible, simplemente no encontraba la forma de que funcionase. Hasta que ella misma se atrevió a escribir un capítulo. Y digamos que se hizo la magia: era perfecto, encajaba. Supongo que es cierto eso de que las historias eligen quién las cuenta. Esa nos eligió a las dos.
·Por lo que comentáis, doy por hecho que sois muy buenas amigas, que os entendéis a la perfección, porque abordar la escritura de una novela de más de 600 páginas y que encima salga tan bien ya es complicado para un autor que solo debe rendir cuentas a sí mismo.
·Iria: Tus suposiciones son ciertas. Selene y yo llevamos ya casi una década de amistad, y eso se nota. De hecho, lo que nos unió fue precisamente la literatura y la escritura: nos conocimos en un foro con sección dedicada a subir nuestras propias creaciones y nos leíamos mutuamente; yo sus relatos y sus historias, ella las mías. Nos agregamos a Messenger (¡esos tiempos en los que existía!) y nos hicimos íntimas, y compartíamos todavía más historias y más personajes. Estamos en la vida de la otra desde hace mucho tiempo, tenemos mil historias para contar, tanto reales como ficticias.
·Hace bastantes años, cuando leí la edición anotada del clásico Crónicas de la Dragonlance, se me quedó grabada a fuego una de las notas a pie de página de Tracy Hickman y Margaret Weiss, los autores de la saga. En ella decían que a cada uno de ellos se les daba bien un tipo de escena (la acción, los momentos románticos, etc…), y que ese era uno de los fundamentos a la hora de elegir qué escribía cada uno. ¿Utilizáis vosotras el mismo sistema? En cualquier caso, habladme de cuál es el proceso en vuestro caso.
·Iria: La verdad es que esto tiene que ver directa o indirectamente con la pregunta anterior. Selene y yo llevamos tanto tiempo juntas, tanto tiempo leyéndonos la una a la otra, que nuestros estilos están bastante fusionados, algo que siempre comentan nuestros lectores. Nuestro método es muy sencillo de momento por la manera en que gestionamos las historias. Hasta ahora, todo lo que hemos escrito ha tenido varios personajes que narran la historia en primera persona desde su punto de vista. En Pétalos de papel eran solo dos, en Cuentos de la luna llena son muchísimos más los que cuentan la narración de manera coral. Es tan fácil como repartirse los personajes: ella desarrolla uno, yo desarrollo otro…
·Selene: A partir de ahí, desarrollamos los diálogos, a modo de obrilla de teatro, y usamos el archivo que creamos como guion para la narración. Por supuesto, después siempre hay cosas que cambian. Escenas que se eliminan o que se nos van de las manos. Esto último pasa más de lo esperado, y en ocasiones los cambios que introducimos son tan grandes que nos vemos obligadas a reescribir todo el guion de nuevo. A nosotras es probablemente el sistema que mejor nos funciona, y más dinámico (y divertido). Desde luego el proceso de creación de cada persona es un mundo.
·¿Y a la hora de tomar grandes decisiones? ¿Os cuesta llegar a consensos?
·Selene: Como no podemos llegar a las manos, porque nos separan muchos kilómetros, me temo que tenemos que discutirlo como personas (más o menos) civilizadas. Así pues, exponemos nuestros argumentos para tomar un camino u otro, o hacemos un “qué pasaría si…”. Siempre que en las presentaciones de Alianzas nos preguntan si hubo algún desacuerdo en el proceso de escritura contamos que Iria quería matar a un personaje porque había “dejado de ser útil” (mi teoría es que le tiene manía). Lo discutimos y al final conseguí convencerla de que era necesario que siguiera con vida. En otras ocasiones no he tenido tanta suerte y han ganado sus argumentos.
·Iria: Tiene razón. En lo de que le tengo manía al personaje, digo (risas). No, no, es broma. Es cierto que siempre llegamos a acuerdos, aunque a veces las puestas en común de todos los argumentos duren todo un día, aunque por lo general esto pasa muy poco: solemos comprendernos y sobre todo comprender lo que la historia necesita bastante rápido.
·Parece claro que os compenetráis a la perfección, lo cual es curioso porque escribir es algo muy íntimo. Vosotras lo convertís en cosa de dos. ¿Es más gratificante trabajar juntas que hacerlo en solitario?
·Iria: Para mí, sí. Escribir en solitario es gratificante, no nos confundamos, y hay veces en las que algo demasiado íntimo, algo demasiado personal, tiene que ser solo tuyo y ya está. Pero escribir a cuatro manos tiene un componente de diversión que la escritura en solitario, a mi parecer, no tiene: el componente de poder hablarlo todo, de poder de alguna manera convertirlo en un juego, de esperar el capítulo de la otra persona con ansias para leer y continuar… Selene y yo nos lo pasamos bomba en el proceso de creación. Nos reímos, nos volvemos locas, entramos en el mundo y exploramos juntas todas las posibilidades. Además, me parece que precisamente eso de esperar y continuar, esperar y continuar, esa parte de intercambio, casi de reto, hace que el proceso sea más dinámico y por lo tanto más rápido.
·Selene: Además de ser un juego, escribir juntas es para mí un ejercicio de confianza. No creo que, llegados a este punto, pudiera empezar una historia seria con cualquier persona así como así. La escritura es algo muy personal, como dice Iria, y no me cabe la menor duda de que dejas algo en el texto. Escribir fantasía, como hemos hecho hasta el momento, no hace los conflictos menos reales. A veces dejas en la novela, sin querer, tus propias dudas, tus propios problemas, tus miedos. Y si alguien está contigo en el proceso de creación, es casi inevitable que vea todo lo que escondes. A veces, escribir puede convertirse en una terapia y, como con todo, cuando tienes a alguien a tu lado es más fácil.
·Tiempo de alabaros la una a la otra (o de tiraros de los pelos, a vuestro gusto). ¿Qué aporta cada una de las partes al conjunto, más allá de lo puramente literario?
·Iria: Selene, a todos los niveles de mi vida, me aporta tranquilidad. Es una persona muy dedicada, muy trabajadora, muy eficiente, y precisamente mucho más calmada que yo, que muchas veces soy incapaz de pararme quieta. En la escritura, además, es delicadeza: es capaz de evocar imágenes preciosas con las palabras, por no hablar de su imaginación, que es desbordante.
·Selene: Iria, como bien sabe todo el mundo, es todo energía y movimiento. Es entusiasmo en estado puro, y lejos de ser un problema, creo que nuestras diferencias en ese sentido nos complementan. Ella siempre tiene iniciativas, nunca para quieta. Si no fuera por ella, Alianzas no sería una realidad, al margen del trabajo literario. Además, es la amiga que quieres tener cerca, y que te escuchará sea cual sea el problema.
·Os leo y pienso “qué tiernas”. Pero algo me dice que también hay momentos complicados, problemas surgidos del trabajo conjunto… ¿Cuáles son y cómo los resolvéis?
·Iria: Por lo que más discutimos es por las muertes. Yo siempre quiero matar más que Selene. Supongo que es algún tipo de frustración psicológica que debo pagar con mis propios personajes y ella les suele salvar de la quema (a veces, otras veces no hay manera de que lo consiga). Pero lo llevamos bien (risas).
·Selene: Para mí, que conste que el mayor problema es cuando entramos en bucle con nuestros propios personajes. No es sano, y hablo en serio: podríamos tirarnos toda una tarde hablando de ellos, y luego sientes ese vacío que, además, te das cuenta que no puedes compartir con nadie más porque pensarán que estás (todavía más) loca de lo que creían.
·Bien, queda anotado: Iria es la sádica (procuraré no despertar tu ira). En cualquier caso, esto no es flor de un día. Ya tenéis acabada la segunda parte de Alianzas (que se titulará Encuentros), y al escudriñaros por las redes sociales me he enterado de que hace muy poco disteis por concluido el primer borrador de otra novela (en esta ocasión, sin nada que ver con la saga Cuentos de la luna llena). Habéis cogido carrerilla…
·Iria: Pues sí. Encuentros la terminamos de escribir el 23 de diciembre, porque teníamos que entregársela a la editorial para su publicación en mayo de este año. Fue un trabajo duro y que además incluyó mucha presión, porque nuestra editorial nos pidió el libro en octubre para diciembre, cuando solo llevábamos 150 páginas (de las 446 que finalmente se quedó en Word), pero además de por el tiempo fue más duro que Alianzas por la propia historia: las tramas se complican, hay más personajes que tratar, más hilos argumentales, algunos que se cierran y otros que se abren… Sobre todo, teníamos que hacer una novela que no fuese una transición de una primera parte a una tercera, teníamos que hacer un libro que tuviese peso y significado, y que además fuese una novela a la altura de todo lo que ha gustado Alianzas. Teníamos que darle a nuestros lectores un libro digno de ellos, y esperamos haberlo conseguido.
Respecto a esa nueva novela, la comenzamos en principio para desquitarnos de Cuentos de la luna llena y la presión que supone tener un producto que gusta, el peso de las expectativas, etcétera. Queríamos hacer algo para divertirnos, algo ameno y que nos entretuviese, algo para nosotras, autoconclusivo y sencillo. Al final, nos apasionó tanto que hacíamos una media de cuatro capítulos al día y en dos semanas estaba acabada. También el resultado fue uno completamente diferente a lo que habíamos concebido en un principio. De hecho, queríamos hacer una historia muy juvenil, muy divertida, y es un poco más adulta que Cuentos de la luna llena, lo que vendría catalogarse como New Adult, una clasificación que en nuestro país no está muy desarrollada en fantasía (aquí, salvo honrosas excepciones, solo ha llegado como un género de dramas universitarios con mucho sexo). Ahora está en manos de los lectores cero, para recopilar algunas primeras impresiones, y después tocará buscarle un hogar, a ver si hay suerte.
·Y aunque la cosa parece que os va muy bien formando equipo, ¿tenéis pensado en algún momento hacer algo cada una por vuestra cuenta?
·Selene: Supongo que todos tenemos esa historia que es solo nuestra. Nuestro caso no es diferente. Las dos tenemos alguna clavada que atesoramos y que esperamos que se dejen desarrollar llegado el momento. Por ahora, sin embargo, tenemos Cuentos de la luna llena por acabar, que es lo primero de todo. Después, ya se verá. Ya sea juntas o por separado, no nos vamos a quedar sin aventuras que contar.
·Iria: Y más allá de eso, incluso si cada una escribe sus propios proyectos, os puedo asegurar que siempre van a tener un poco de la otra en ellos. Después de tanto tiempo contándonos todos nuestras ideas, compartiéndolas, viéndolas crecer, es inevitable. En todas nuestras historias hay siempre ya una parte de nuestra amistad, aunque solo sea al menos un recuerdo.