Hay géneros que, por cercanía, son propensos a fusionarse. La novela histórica y la fantasía épica hablan un mismo idioma, por lo que no es extraño que en ocasiones sus caminos se entremezclen. Solo hace falta ver el éxito de la saga “Canción de hielo y fuego”, de George R.R. Martin. Ambientación medieval y magia. Grandes epopeyas, guerras colosales. Podríamos mencionar a muchos autores que han probado unir estos elementos, pero hoy charlaré con un nuevo escritor que se adentra en esta tarea de alianza de géneros: Rodrigo Palacios, creador de la novela “Estanebrage. El último bastión”, publicada por Edhasa en su sello Marlow.
·Tu primera obra, Los ojos del centinela, nadaba en las aguas del thriller y la novela negra. Pero con Estanebrage das un giro radical dirigiendo tus pasos a la fantasía épica. ¿Qué te motivó a este cambio?
·No sabría decírte. Es mi manera de funcionar como escritor. Las historias llegan, me atrapan y van conquistándome. Siempre había tenido en mente que algún día escribiría una novela ambientada en la edad media, porque es una época que me atrae mucho, pero aún no tenía argumento. De momento sólo era un deseo, hasta que la trama de Estanebrage empezó a llegar a mi cabeza, se fue armando y me acompañaba. Para cuando me quise dar cuenta ya tuve que empezar a trabajar en ella, porque me estaba pidiendo paso.
·¿Y qué tal la experiencia a nivel creativo?
·Estupenda. Creo que los cambios son buenos en cualquier oficio, y en los trabajos artísticos todavía más. Los nuevos retos te llevan a tomar nuevas perspectivas, a utilizar herramientas conocidas de nuevas maneras y también a acercarte al taller para fabricar otras. Se abren caminos inexplorados y así aprendes mucho. Me parece importante encontrarse con la incomodidad durante el proceso creativo, porque te obliga a dar lo mejor de ti mismo. Hay que pelear y ser disconforme, y a lo largo de esta novela he tenido que pelear mucho.
·Para este primer viaje hacia la fantasía épica te has envuelto en una ambientación medieval donde en principio escasea la magia, a pesar de que podría decirse que es la gran protagonista. Inevitablemente esto me remite a «Canción de hielo y fuego». Sin embargo, la sinopsis de la obra me sabe a aventuras, al viaje iniciático del héroe centrado en tres personajes. Pero casi mejor dejo que seas tú quien nos cuente que puede encontrar en realidad el lector en las páginas de tu novela.
·«Estanebrage» narra en paralelo los viajes de tres personajes que no tienen nada que ver, y que por diferentes circunstancias se ven obligados a huir de sus respectivos lugares de inicio. La figura principal del libro (Niclai Estanebrage) es la que recorre lo más parecido al clásico “viaje del héroe”, aunque con matices. Los otros dos (Alana y Oiob) tienen un arco de transformación en sus vidas que está más relacionado con haber tenido que desviarse de los destinos que tenían inicialmente planeados. En el trasfondo está el reciente final de una guerra, que motiva el encuentro de los protagonistas con otra serie de personajes, afectados por las consecuencias de las batallas, y que van sumándose a una misma aventura común que, en realidad, ha surgido por un cúmulo de casualidades.
·También percibo un cierto aroma a novela histórica. De hecho, el mismísimo Francisco Narla (autor del superventas Assur) así lo señala. ¿Crees que son géneros compatibles, que podemos utilizar elementos de uno y de otro libremente? Al fin y al cabo, ambos transcurren en parajes que no existen (bien porque jamás fueron reales, bien porque han desaparecido).
·Sin duda hay algo fantástico en ambos géneros. Creo que fue el propio Narla quien dijo que escribir una novela histórica tiene algo de transgresor. Ha sido un honor que haya querido dedicar unas palabras a esta novela. Y es cierto lo que apuntas: traer al presente una época extinta es parecido a querer construir una narración dentro de un mundo inexistente. Quizá es por eso que son géneros tan próximos. Desde el rojo de la historia al amarillo de la fantasía hay muchos tonos, y ahí queda espacio para novelas muy polarizadas hacia cada uno de los extremos, así como para tantas otras que se sitúan a lo largo de los naranjas.
·Estanebrage es una novela larga, de más de ochocientas páginas. Me hago una idea (porque lo he vivido) de la cantidad de meses de trabajo que te habrá llevado crear una obra de semejante extensión. Pero seguro que hay lectores que no se detienen a pensarlo, así que cuéntanos un poco sobre el tema.
·Yo siempre hablo de la época extraña en la que estás “en la novela”. No escribes sólo delante del teclado, sino también en los descansos, mientras te haces un café, o cuando te desplazas de un sitio a otro y tienes un rato para pensar. Estanebrage me ha acompañado durante mucho tiempo, pero no ha sido sólo por la extensión, sino también porque tuve que hacer dos parones en dos puntos de inflexión del texto. Mi idea de las novelas de ficción es que tienen que estar vivas; si todo sale exactamente como lo habías planeado es que lo habías planeado mal. Lo mejor que te puede pasar es que te encuentres con escollos que no te permitan llegar al final por un único camino. Así es como de verdad construyes tramas que tienen fuerza. Y desde luego el lector no puede darse cuenta de que nada de eso ha pasado, igual que ningún espectador puede tener nunca conciencia de que lo que está viendo es una película.
·¿No tienes miedo de que esta extensión asuste al posible lector?
·La novela tiene las páginas que necesitaba para lo que quería contar. Si me propusiera reducirla tendría que eliminar personajes, trama y credibilidad. Sería una historia distinta. En todo caso, la longitud de la novela es algo positivo cuando la historia te engancha, y creo que Estanebrage atrapa desde la primera página. Siempre procuro escribir lo que a mí me gustaría leer.
·Ya has publicado con anterioridad, como he comentado, así que ya conoces un poco cómo funciona el mercado editorial (hasta donde nos es posible, teniendo en cuenta lo imprevisible de este mundillo). ¿Cómo ves el panorama para los autores que tratan de hacerse un hueco, como nosotros?
·Veo la escritura como una carrera de fondo. Tienes que ser consciente de dónde estás y preocuparte más de competir contigo mismo que de hacerlo con los demás. Es la mejor manera de avanzar y de mejorar. Mi sueño es dedicarme enteramente a escribir, pero mientras tanto procuro recordarme que lo importante es disfrutar del camino. Si cuando tenía dieciocho años, terminada mi primera pseudonovela, me hubieran dicho que hoy iba a estar donde estoy, me habría puesto muy contento. Ésa es la alegría a la que hay que recurrir siempre.