Reseñas

Lecturas para el verano: Los recolectores de suicidas, de David Oppegaard

La humanidad está al borde de la desaparición. Uno tras otro, los hombres pierden la ilusión por la vida y se quitan la vida. Tras cinco años, las ciudades se han convertido en poblados fantasmas, y aquí y allá los pocos supervivientes que aún no se han rendido a la Desesperación, sobreviven de modos muy distintos: algunos se reúnen en bandas o grupos tribales, otros se vuelven salvajes, y algunos tratan de mantener una normalidad demasiado artificial para que pueda sostenerse durante mucho tiempo. Porque, a la creciente soledad y el aislamiento, se unen la visita de unos misteriosos individuos vestidos de negro, los recolectores, que aparecen cada vez que hay un suicidio para llevarse el cuerpo del fallecido.

alt="los recolectores suicidas, david oppegaard, javierpellicerescritor.com"Este es el original y apasionante escenario en el que se desarrolla «Los recolectores de suicidas», del estadounidense David Oppegaard. Debo reconocer que no tenía muchas esperanzas puestas en la novela cuando comencé a leerla. Esa comparación con «La carretera» en la portada me hizo arrugar la nariz, pues creía que estaba ante lo que llamo «novela satélite» (esas que son poco más que clones de aquellas que han influenciado al autor). Sin embargo, y aunque algunos elementos de «Los recolectores de suicidas» recuerdan ligeramente al clásico de McCarthy, la novela que hoy reseño tiene su propia personalidad y un argumento absorbente, adictivo diría. Me cautivó desde la primera página gracias al personaje principal y a la magnífica recreación de una Florida casi conquistada por la jungla, pero sobre todo por lo bien que desarrolla los conceptos que plantea.

La historia arranca cuando Norman, el personaje protagonista, regresa a casa luego de una jornada de pesca. En su calle sólo queda un vecino, su amigo Pops, un anciano aficionado a la mecáncia, y junto a Jordan, la esposa de Norman, son los únicos supervivientes de la ciudad. Pero al entrar en el dormitorio, Norman encuentra a su mujer muerta, junto a un frasco de pastillas. Poco después, aparecen en su casa los recolectores para llevarse el cadáver de Jordan. Será entonces cuando Norman realice el acto que condicionará su futuro. Su resistencia le llevará, junto a Pops, a iniciar un viaje hacia Seattle, donde se rumorea que un científico ha encontrado una cura para la Desesperación. Por el camino, se encontrarán con otros personajes y diversas situaciones, en las que el autor aprovecha para describir ese mundo apocalíptico tan personal que ha creado.

La novela, como digo, es adictiva desde la primera página. El personaje de Norman es el vehículo gracias al cuál podremos adentrarnos en el misterio que mueve la obra: qué son los recolectores, a qué se debe la Desesperación. Los primeros capítulos me han recordado en parte a otro clásico, «Soy leyenda», aunque sin tanto dramatismo (el personaje no está completamente solo). Los acontecimientos se suceden a un ritmo en ningún caso tedioso gracias a escenas por momentos trepidantes. Los personajes, especialmente Norman, están muy bien construidos, es fácil empatizar con ellos.

En cuanto al estilo de la novela, aunque se encuadra dentro del género del terror (de hecho, fue finalista del premio Bram Stoker) y tiene escenas espeluznantes, en mi opinión es una obra que estaría mejor encuadrada en la ciencia ficción apocalíptica.

¿Puntos débiles de la novela? Ínfimos en comparación a sus puntos fuertes. Tal vez cabría destacar en ese aspecto que uno de los misterios de la novela no termina de explicarse, muy al estilo de la serie «Perdidos». Pero el buen desenlace para el protagonista anula cualquier cosa que haya quedado en el aire.

En resumen, «Los recolectores de suicidas» es una excelente lectura para este verano, una novela que incita a leer una página tras otra, que atrapa por su intriga y su narrativa clara. Una obra muy entretenida y recomendable. De las que se devoran en varias tardes de playa.

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