Tengo que reconocer que, a pesar de que suelo seguir la actualidad del mundo literario, la protagonista con la que inicio esta nueva sección había pasado inadvertida para mí. Mónica Martín es diplomada en Ciencias Empresariales por la Universidad de Salamanca, pero ella se define a sí misma como “amante de la Palabra y el Arte”. Una amante exitosa, por cierto, gracias a su ópera prima “La hija bastarda de Dios” (Ediciones Dauro). Veamos qué tiene que contarnos.
·Tu entrada en el mundo de la publicación literaria no podía haber sido mejor: la primera tirada de “La hija bastarda de Dios” se vendió en una semana y ahora vais a por la segunda. ¿Esperabas algo así?
·No, ni en mis mejores pronósticos, la verdad. Aunque hay mucha ilusión y muchas expectativas puestas en la novela, creo que a todos nos ha sorprendido gratamente la buena acogida que ha tenido en la primera semana de ponerse a la venta.
·Estamos ante una novela cuyo proceso de documentación parece profundo. ¿En qué se basa la trama? ¿Dónde acaba la realidad y empieza la fabulación?
·Confieso que recabar toda la documentación, estructurarla y ponerla en orden ha sido una de las tareas más arduas a las que me he tenido que enfrentar, pero creo que al final ha merecido la pena. Siempre digo que es una novela, no un documental. El esqueleto de la trama se cimenta en datos reales, nombres, fechas, citas, lugares… La parte de fábula lo único que hace es envolver esos datos para darles forma de novela. “La hija bastarda de Dios”cuestiona qué ocurrió los últimos días en la vida de Jesucristo y cómo murió realmente, entre otras tantas preguntas, dejando al descubierto precisamente eso que no nos cuentan los Evangelios que la Iglesia acepta como canónicos. Detrás de un famoso cuadro, encargo de un papa, se esconde la clave para desvelar el secreto que guardaba la Alianza de los Siete Arcángeles bajo un estricto pacto de silencio. La intrépida protagonista se encargará de descubrir este peligroso secreto, pero no es lo único que permanece oculto… Ahí lo dejo.
·La novela trata temas polémicos, como siempre que se habla del Cristianismo, la Iglesia y esas supuestas conspiraciones tras sus muros. ¿Has recibido algún tipo de crítica por ello? ¿Cómo las abordas?
·Aún es pronto. No hace ni un mes que se publicó y los lectores todavía están inmersos en la lectura y quizá digiriendo la historia, pero sí, alguna he tenido ya, en la que tachan la portada y el título de blasfemia y me preguntan muy seriamente si no tengo miedo de ir al infierno de los pecadores y los blasfemos por escribir lo que he escrito. Soy consciente que este tipo de novelas generan múltiples opiniones, y no siempre positivas. De todos modos, soy una persona muy irónica. La ironía es un arma prodigiosa para abordar las críticas menos constructivas.
·¿Qué pretendes transmitir al lector? ¿Puro entretenimiento? ¿Un mensaje entre líneas que les haga reflexionar?
·Ambas cosas. Evidentemente entretener, misión indispensable de cualquier libro, amén de los de texto, los científicos, etcétera y, por supuesto, en este caso, teniendo en cuenta el tipo de novela que es y el tema que trata, pretendo que el lector haga una introspección, incluso un examen, del conglomerado de creencias en que basa y alimenta su fe, o la falta de ella. Está claro que ninguna persona va a creer o dejar de creer por leer este libro, o cien semejantes a este, debido a un “efecto ancla” y a la disonancia cognitiva es imposible en dogmas tan arraigados como los religiosos, pero de vez en cuando no está de más que alguien cuente la otra historia, la que, a toda costa, se intenta ocultar.
·Un cuadro que esconde un secreto milenario, un grupo de poder secreto, un misterio relacionado con Jesucristo que podría poner en jaque a la Iglesia Cristiana… Es inevitable pensar en “El Código da Vinci”. ¿Te ha influenciado la obra de Dan Brown de algún modo?
·Antes que Dan Brown y “El Código da Vinci” han sido referentes otras obras y otros autores como “El final del Círculo” de Tom Egeland o “El legado da Vinci” de Lewis Perdue, entre otros, que ya abordaron con anterioridad temas bastante espinosos y descubrimientos que, de salir a la luz, resultarían peligrosos, aunque sin contar con la repercusión internacional con que lo hizo Dan Brown y su novela.
·Sea como sea, has tomado un gran riesgo al iniciar tu andadura literaria con una temática que, tras el boom de la pasada década, da la impresión de que ha perdido interés para los lectores (o al menos para las editoriales en general). ¿Eras consciente de ello? ¿Tenías dudas?
·No, he escrito el libro que quería escribir y que me gustaría leer como lectora, independientemente de la mayor o menor aceptación que tuviera por parte del público o las editoriales. Personalmente, creo que lo que dejó de interesar en su día fue el tema en concreto, es decir, si Jesús se casó con María Magdalena o no, qué papel tuvo esta mujer en su vida y si tuvieron descendencia. Mi novela está lejos de hablar de eso, excepto para desmitificarlo, puntualmente y llegado el caso. Hay otros muchos secretos que cuestionan la biografía de Jesucristo, secretos que realmente la gente no se imagina y que darían un giro de 180 grados a la historia que la Iglesia cuenta como verdadera. Secretos que aparecen en el Corán o en el Talmud.
·Tengo entendido que el proceso de publicación fue toda una odisea, que empezó con un crowfunding que desembocó en algo más grande. ¿Cómo se desarrolló todo?
·Sí, es cierto. En un principio, “La hija bastarda de Dios”, iba a ser una de tantas novelas de autopublicación. Mientras me encontraba inmersa en el proceso de crowfunding con la intención de recaudar el dinero necesario para autoeditarla, se puso en contacto conmigo Ediciones Dauro y me dijeron que estaban interesados en publicar mi novela. Esta pequeña odisea es una de esas extrañas casualidades con las que te sorprende la vida.
·Y de este modo llegó una editorial que confió en tu novela. Eres la prueba viviente (una de tantas) que destroza esa teoría tan insostenible de que las editoriales no apuestan por los autores noveles. ¿Qué opinión te merece esto?
·No sé si es insostenible la teoría de que las editoriales no apuestan por los autores noveles —es una minoría la que lo hacen, todo hay que decirlo—, pero si es cierto que las editoriales, incluso las agencias literarias, no leen los manuscritos que los escritores les envían, y que, cuando lo hacen, es casi obra de un milagro. Eso reduce las posibilidades de publicación convencional a algo menos de un 1%. La cifra, para quien trata de abrirse camino en este mundo, es francamente desalentadora. Por eso, que una editorial apueste por los que comenzamos, es de alabar.
·En vista de tu caso, puede resultar una pregunta un tanto obvia, pero la haré igualmente: ¿Publicación tradicional o autopublicación?
·No me equivoco al pensar que los escritores aspiramos a ver nuestras obras en formato papel, en las estanterías de las librerías, a través de una editorial convencional pero, desde luego, la autopublicación es un medio buenísimo, nada desdeñable, para convertir tu sueño en realidad. Además, todos conocemos algún caso en que un autor, después de autopublicar su obra, ha visto como una editorial se interesaba en publicarle de la manera tradicional. Es una vía como otra cualquiera para darse a conocer.
·La sensación que tuviste cuando viste por primera vez tu novela en una librería fue…
·Increíble. Esa es la palabra que mejor podría definirlo. Una sensación solo comparable a cuando tuve por primera vez entre mis manos el libro, recién salido de imprenta. Poder verlo, tocarlo, leerlo, poder notar el peso de las palabas… Pensar que eso mismo lo pueden hacer cientos de futuros lectores es indescriptible.
·Dices en la bio de autora de tu libro que un día decidiste lanzarte al vacío y empezar a escribir (una historia que me suena mucho). Cuéntanos un poco más de esos orígenes como escritora. Creo que se puede aprender mucho de los primeros pasos de un autor.
·Lo curioso, aunque en realidad no tenga nada que ver, es que no soy una persona que provenga de una carrera de letras, más inclinas quizá, a escribir. Estudié Ciencias Empresariales y, sin embargo, aunque me gustan los números, adoro la palabra. Hace como unos seis años, aproximadamente, escribir era solo una afición, sin más, compaginada con otras tantas cosas. Escribía pequeños relatos en mi tiempo libre y daba comienzo a historias que, por determinadas circunstancias, se quedaban a medias y no llegaban a cuajar, sin que ello tuviera la menor importancia, hasta que hace tres años y medio, el argumento y los personajes de “La hija bastarda de Dios” empiezan a tomar un protagonismo casi propio y a exigirte que les saques adelante, del modo que sea. Siempre he pensado que ellos me han elegido a mí para darles vida y no yo a ellos, por insólito que parezca.
·¿Y el futuro? ¿Tienes proyectos en marcha?
·Sí, porque escribir ha pasado en mi vida de ser una afición a ser un vicio. En estos momentos estoy escribiendo la que es mi segunda novela. En ella, aunque también hablo de un gran secreto, no tiene nada que ver con la línea argumental que he seguido en “La hija bastarda de Dios” ni con el tipo de libro que es, pero será igual de sorprendente. Mi reto personal a largo plazo es escribir al menos una novela de cada género literario.
·He disfrutado con esta charla, Mónica. ¿Te espero para la segunda novela?
·Por supuesto, será un placer volver a compartir charla contigo, Javier. Muchas gracias por todo.