Seguimos enumerando ejemplos de autores nacionales de calidad, escritores que en mi opinión dan nivel a nuestra literatura y demuestran que no somos inferiores a nadie, venga de donde venga.
·Eduardo Vaquerizo: Ucronías, Steampunk, ciencia ficción dura… Parece que no hay nada con lo que Eduardo Vaquerizo no se atreva dentro del género fantástico. Sin embargo, aunque pueda parecer lo contrario teniendo en cuenta los escenarios por los que se mueve, Vaquerizo destaca por la creación de historias de corte intimista y personajes con dramáticos conflictos interiores. Bordeando en ocasiones lo surrealista, este autor madrileño se ha curtido en los relatos cortos, de los cuáles ha publicado decenas. Ganador de tres premios Ignotus (entre muchos otros), destacaría entre sus obras “La última noche de Hipatia”, un ejercicio que aúna novela histórica con ciencia-ficción pero que descansa en las reflexiones de los personajes.
·Jesús Carrasco: Este extremeño residente en Sevilla llegó el año pasado a la literatura de la mano de “Intemperie”, una novela de estilo sobrio aunque evocadora y sugerente. Un misterio impactante en torno a un niño que huye de casa en la primera mitad del siglo pasado (no se especifica la época exacta), y cuya fuerza reside en la habilidad de Carrasco para sugerir en el lector lo que los personajes piensan y que así este saque sus propias conclusiones. La narrativa del autor señala hacia la calma, el positivismo y la interacción cómplice con el que lee.
·Yeyo Balbás: En novela histórica la documentación es si cabe más importante que en cualquier otro género. Pero de nada sirve saber o conocer una época y cultura antigua si el autor no es capaz de llevar a lo literario toda esta información. Y en esto es especialmente habilidoso Yeyo Balbás, autor de “Pax Romana” y “Pan y circo” (esta última por cierto claramente alegórica de lo que nuestra sociedad está viviendo en la actualidad). Balbás no solo sabe de lo que habla, sino que lo convierte al lenguaje literario con enorme acierto, creando historias que se mueven perfectamente entre lo didáctico (plasmar una época y sociedad ya desaparecidas) y la ficción que demanda una novela.
·Emilio Bueso: Del realismo sucio al género distópico, pero siempre amparándose en trabajar con el elemento del miedo, Bueso se ha ganado un caché en la literatura de género. Su obra “Diástole” le abrió las puertas del público, pero fue con “Cenital” con la que acabó de convencer a la crítica especializada, que se rindió a su excelente narrativa. Y tener de su lado a lectores, editores y críticos no es algo que se vea mucho en este mundillo. Hazaña conseguida en gran parte por ser un escritor que huye de los arquetipos y trata de explorar otras vías en el terror, conjugándolo todo con un estilo que gusta de recrearse en las palabras y las frases. Dos premios Celsius de la Semana Negra de Gijón lo avalan.
·Concepción Perea: No hay mayor presión para un autor que publicar su primera novela en una gran editorial como Random House (y encima a través de un nuevo sello por validar). Pero Concepción Perea tiene un arma: una excelente novela de presentación. “La Corte de los Espejos” abre nuevas tendencias en el género, entremezclando leyendas mitológicas y seres del folclore popular (hadas, sátidos, centauros…) con el claro toque steampunk al que la autora es tan aficionada. Pero ojo, no se trata de una obra dirigida a un público juvenil, si no adulto. Personajes carismáticos, tramas bien elaboradas y un estilo práctico y funcional hacen de esta obra un puñetazo en la mesa del género fantástico.
·Alberto Morán Roa: La fantasía épica de espada y brujería ha dado muchos autores españoles en los últimos años. Pero, salvo Javier Negrete, muy pocos han logrado convencer a público y crítica. Hasta que ha llegado Alberto Morán, autor de la saga “El Rey Trasgo”, con una visión nueva y refrescante de un género con tendencia a moverse en círculo. No nos engañemos, Morán Roa sigue los preceptos clásicos impuestos por sus predecesores más ilustres, pero lo hace mediante planteamientos originales. La mayor habilidad de este joven autor es hacer que el lector que se sienta en un lugar tan “familiar” como la Tierra Media de Tolkien. Multitud de detalles, un trasfondo perfectamente desarrollado y cambios de ritmo según lo exige la trama. Todo ejecutado de modo magnífico.
En la próxima entrega de esta serie de artículos, concluiremos con los últimos autores mencionados y con las reflexiones finales acerca de esta discusión que realizaré a título personal.