Las formas son importantes. No importa de qué oficio hablemos. El aspirante no puede presentarse en tromba a quien espera que le contrate, como ya hemos visto en el anterior artículo, ni avasallarle en la primera toma de contacto. Vamos a centrarnos precisamente en un aspecto fundamental: la presentación.
Mala presentación de la obra
Esta es probablemente la causa de la mayoría de rechazos. Una vez más se asienta en la desinformación y en la dejadez. Lo repetiré una vez más: si un escritor quiere llegar a ser profesional (aunque en la práctica esta aspiración sea casi una quimera), tiene actuar de manera profesional. Y desde luego no lo es si su modo de contactar con una editorial es enviarle directamente su manuscrito, «a palo seco». Sin la mediación de un agente literario, y si no eres un superventas, esa obra tiene todas las papeletas para ir directamente a la papelera sin que el editor o lector editorial lea una sola frase. Y esto es así porque, como ya hemos dicho, las editoriales reciben docenas de manuscritos cada día. Sus mesas y correos electrónicos están literalmente inundados de propuestas, tantas que es materialmente imposible absorberlas todas. Es lógico por tanto que se vean obligados a hacer una criba severa. Los primeros que caen son, lógicamente, todos aquellos que no han seguido los cauces correctos para contactar.
¿Y cuáles son estos cauces? Varían en función de cada editorial, por lo que es conveniente de nuevo una tarea de investigación. No es algo muy complicado, basta con visitar la web de la editorial y acceder a su sección de contacto. La mayoría mostrará allí el modo en que prefieren que se les envíe los manuscritos. Sea como sea, lo generalmente establecido es enviar un primer mensaje a la editorial preguntando si aceptan manuscritos (y en qué formato: físico o digital), lo que se conoce como «carta de presentación». En ella se incluirá un resumen de la novela que no debe exceder de dos o tres frases. Se trata de enganchar al editor, de que este quede encandilado con lo que se promete y pida más información. Somos escritores, deberíamos ser capaces de lograrlo, y si no es así, tal vez es porque no estamos preparados para publicar.
En caso de respuesta afirmativa, lo normal es que el editor demande una «propuesta editorial» (en ocasiones acompañada de un fragmento de la obra), la cual es vital para que el manuscrito tenga una posibilidad. La propuesta no deja de ser un informe de presentación de la obra, donde se incluirá una sinopsis argumental no superior a dos páginas. Otro punto a tratar consiste en dejar ver las posibilidades de venta de la obra, esto es, situarla en el mercado y mostrar que puede ocupar un lugar en las tendencias actuales (comparándola, por ejemplo, con otras obras de éxito), a qué público va dirigido, qué posibilidades de promoción posee, etc… Esta valoración es tarea del editor, desde luego, pero un autor que cuida este detalle causará una buena impresión porque demostrará que conoce el mercado al que pretende acceder. Eso sí, debe hacerlo en un tono humilde, sin autoensalzarse con frases en las que califique su obra como «el nuevo Harry Potter» o similares. Al mismo tiempo, hay que exponer los elementos diferenciadores de la obra, dejar bien claro que no estamos ante un clon sin personalidad. Y, si la obra posee alguna reseña imparcial por parte de alguien cualificado (un crítico reconocido, un escritor experimentado y, a poder ser, de cierto renombre, etc…), el autor no debe dudar en incluirla. En cualquier caso, jamás hay que recurrir a la mentira.
En la próxima entrada seguiremos detallando los motivos que causan los rechazos editoriales, centrándonos en puntos como el aspecto comercial de la obra o en la subjetividad del editor.
Fuentes
http://www.literaturasm.com/Como_presentar_una_obra_a_una_editorial.html
http://www.tramaeditorial.es/Shop/Product/Details?id=169