«Si los libros fueran más baratos, no existiría la piratería», «la cultura debe ser gratuita» o «el autor debería sentirse halagado de que alguien crea que su obra es lo bastante buena para ofrecerla pirateada». Estas son algunas de las consignas que repiten hasta la saciedad los defensores de la piratería de libros (bien porque son consumidores o porque se lucran con ella). La primera de estas aseveraciones se cae por su propio peso cuando vemos que en algunos portales de descargas ilegales se ofrecen obras cuyo precio en Amazon no alcanza siquiera un euro. La segunda queda desmontada con una pequeña retrospectiva histórica: los productos y servicios relacionados con la cultura jamás han sido gratuitos; bien fuera a través de la inversión del propio creador, de un mecenas o del comprador usuario, alguien ha tenido que pagar por ellos. Pero, ¿qué pasa con la tercera? ¿Es cierto que tras los enlaces de descarga hay un afán de reconocimiento hacia el autor?
Quiero dejar constancia ante todo de que este artículo no tiene por objeto valorar el impacto de la piratería en el mercado editorial (o de ocio en general), ni buscar una posición victimista. Simplemente pretendo explicar cómo se dan estas prácticas en la actualidad. Las valoraciones éticas y morales quedan a cargo del lector. Huelga decir que como autor mi postura es abiertamente en contra de la apropiación ilegal de contenidos protegidos por derecho de autor, práctica que creo no tiene justificación en ningún caso.
Lo primero que debe quedar claro es que nadie (o casi nadie) escoge un libro para ofrecerlo en descarga gratuita. Al menos ya no con la asiduidad que se hacía antes. Los días en que un individuo se pasaba horas escaneando un libro físico y luego utilizaba un software de reconocimiento para convertir en texto las imágenes casi han pasado a la historia, y se limitan a grupos reducidos de fans de algún género muy concreto. Ocurre, no se puede negar (a mí me ha tocado sufrirlo), pero es una tendencia que está cayendo en desuso gracias a la incorporación al formato digital de las novedades del mundo literario, que ahorra este laborioso proceso.
Así pues, no hay selección de novelas en virtud del gusto del pirata. Razonemos un poco y entenderemos la lógica de esta afirmación. La cantidad de contenido ilegal que puede encontrarse en internet es tan vasto que materialmente resulta imposible que surja de individualidades, de procesos casi artesanales. Nadie (o casi nadie, insisto) se pasa los días escaneando o comprando ebooks con el afán desinteresado de ofrecérselos a gente que no conoce. ¿Y quién costearía indefinidamente los gastos de mantenimiento de una web de descargas por amor al arte, si ello no le reportara algún beneficio económico? En estas prácticas hay un sistema organizado de fondo.
La cosa, pues, funciona actualmente así, a grandes rasgos: existen individuos que se dedican a robar información, de cualquier tipo. Son los llamados crackers y copycrackers, bastante alejados de la romántica imagen del simple hacker antisistema con complejo de Robin Hood. Todo tiene un valor en el mercado negro si sabes encontrar al cliente interesado. Y solo hay que ver la afluencia de visitas de las webs de descargas para comprender que los contenidos de ocio y entretenimiento tienen una gran demanda. Estas personas pueden ir por libre o incluso trabajar directamente para auténticas mafias organizadas dedicadas a realizar negocios ilegales de cualquier índole. Según la reconocida empresa de software de seguridad, Kaspersky, en el mundo hay miles de organizaciones criminales (de mayor o menor envergadura) dedicadas a acceder a equipos y conseguir para sí toda información que pueda reportar beneficios en negro, desde datos de empresa a contenidos digitales relacionados con el entretenimiento y la cultura.
Para estos piratas, colarse en las cuentas de Amazon o Google Play con la intención de apropiarse de todo el catálogo adquirido por su dueño (o para conseguir sus datos bancarios y desplumarle) es coser y cantar. Parece complicado, pero cualquier cracker os dirá lo fácil que es descifrar una contraseña. No somos conscientes de la cantidad de cuentas que se vulneran cada día en el mundo, y la mayoría de veces se hace con sistemas automatizados (scripts y bots) que «eligen» cuentas de manera aleatoria y las revientan sin que el usuario llegue a saberlo nunca. Sí, amigo lector, es posible que alguna de tus cuentas esté comprometida en estos mismos instantes. Dropbox, Mediafire, etc… Nada es impenetrable, sobre todo cuando estadísticamente la mayoría de usuarios utilizan contraseñas de patio de colegio. Si roban datos a grandes multinacionales y bancos que invierten en poderosas medidas de seguridad, ¿cómo no van a lograr crackear una simple secuencia de números y letras basada en nuestra fecha de nacimiento o grupo musical favorito?
Bien, nuestro amigo cracker ya ha «granjeado» por la cara una buena cantidad de contenidos de pago. Se ha hecho con, pongamos, doscientos ebooks de usuarios de Amazon, y ni sabe ni le importa de qué títulos se trata. Insisto, no los selecciona, ni siquiera se para a ver qué libros ha conseguido. Sencillamente los consigue y se los pasa (previo pago, claro) al siguiente intermediario: el bucanero. Este reúne la información por lotes y los pone a la venta en auténticas lonjas virtuales o mediante acuerdos con alguno de los eslabones de estas redes criminales. Es el mercado negro de la piratería, conocido como The underground hacking economy (recomiendo encarecidamente leer los tres primeros enlaces de las fuentes que incluyo al final del artículo). ¿Y a dónde va a parar toda esa información robada? Efectivamente, a los grandes portales de descargas con publicidad incorporada (normalmente pornografía, casinos, etc…), cotos cuyas entradas periódicas con el correspondiente enlace del libro (o disco, o película, o serie) se cuelgan automáticamente. El negocio, por supuesto, está en los anunciantes, que pagan en función del tráfico que tenga la web. En 2013 se pagó por publicidad en páginas que ofrecían contenido protegido por derechos de autor alrededor de 227 millones de dolares.
Tiene sentido. Todos sabemos cuáles son las páginas más visitadas de Internet. La mayoría las tiene en su barra de marcadores o favoritos: las páginas de descargas. Acuden a estos portales cada semana con la intención de ver si ya está disponible el siguiente capítulo de la nueva serie de moda en USA o para acumular nuevo contenido para sus lectores de ebooks. Los administradores de estas webs ganan auténticas fortunas sin apenas mover un dedo, solo por colgar un enlace de descarga directa o un torrent, operación que además suele estar programada. ¿Quiere decir esto que todas las webs que ofrecen descargas ilegales funcionan de ese modo? En absoluto. Los portales y foros más modestos todavía alojan a algunos de estos románticos de la cultura libre, pero la mayoría de enlaces posteados han sido copiados de las fuentes originales, sitios como The Pirate Bay, EpubGratis, KickassTorrents o similares. De este modo, se crea un efecto pandemia imposible de controlar.
Así pues, los libros que nos piratean a los creadores no están en esos portales como homenaje a nuestro trabajo, ni porque un lector al que le ha gustado quiera compartirlo con el mundo. Ya hemos visto cuál es la verdad: que existe una auténtica mafia escondida tras supuestas comunidades de usuarios. Para esta gente nuestras obras solo son una mercancía con la que lucrarse, y quienes las descargan son simplemente cómplices que nadan en la ignorancia.
Nota: Quería agradecer especialmente a Joshua Bedwyr las aclaraciones que me transmitió sobre los crackers y sus funciones.
Fuentes:
http://www.redeszone.net/2013/11/26/precios-de-los-diferentes-tipos-de-ataques-informaticos/
http://m.dinero.com/empresas/articulo/empresas-hacker-cobran-datos/189128
http://www.forospyware.com/t146505.html
http://blog.segu-info.com.ar/2012/12/explorando-el-mercado-de-las.html#axzz2w8qhdKE1
http://prensa.pandasecurity.com/wp-content/uploads/2011/01/Mercado-Negro-del-Cybercrimen.pdf
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/06/27/actualidad/1340782338_483548.html
http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/2004/10/30/3161194.shtml
http://www.diariolacamara.com/2013/07/seriesly-una-mafia-en-la-red.html
http://elpais.com/elpais/2013/02/19/eps/1361281322_025092.html
http://amqueretaro.com/2014/02/publicidad-pirata-un-negocio-muy-rentable/.html